Royal de Moscú, que ha acogido hasta el viernes el Foro Empresarial
Cataluña-Rusia, y en donde se han alojado el presidente de la Generalitat,
Artur Mas, y la inmensa delegación que le acompañaba, no baja de los 300
euros. Pero algunos miembros de la cúpula catalana han preferido gozar del
confort de sus opulentas suites, equipadas con magníficos muebles de estilo
clásico y cosméticos de las mejores marcas.
Tal ha sido el caso del propio Mas, acompañado por su esposa, que reservó
una suite Ambassador. Su precio oficial asciende a 64.000 rublos (1.600
euros) la noche. No obstante, la jefa de reservas del establecimiento, Ólga
Nazárova, sostiene que el líder catalán se benefició de un descuento, cuya
cuantía no ha querido dar a conocer.
El Radisson Royal, de cinco estrellas, ocupa el imponente edificio del
legendario hotel Ucrania, uno de los siete rascacielos construidos por orden
de Stalin en los años 50. Antes de su remozamiento, que duró tres años y
finalizó en 2010, conservaba su típico sabor soviético. Era el lugar
preferido por la «nomenklatura» comunista regional en sus viajes a la
capital.
Terma romana y Rolls Royce
Se encuentra enfrente de lo que era el Sóviet Supremo de la RSFSR (República
Federativa Socialista Soviética de Rusia). Ahora es la sede del Gobierno
ruso, conocida también como la Casa Blanca. Si Mas hubiera logrado que se
materializasen los encuentros con los miembros del Gobierno ruso que había
planeado, podría haber acudido a pie.
Tras la reconstrucción, el inmueble ha mantenido su antiguo estilo, pero se
le ha añadido suntuosidad. Sigue estando considerado monumento histórico. El
mármol es el material de revestimiento omnipresente y contiene más de mil
obras de arte entre cuadros, estatuas, bajorrelieves, arañas de cristal y
bronce y piezas de porcelana. La fachada sigue ornamentada con la hoz y el
martillo, estrellas de cinco puntas y espigas de trigo.
El techo del vestíbulo es un fresco circular de unos 10 metros de diámetro
de temática socialista ambientado en Ucrania, república que, como es
notorio, se desgajó de la tutela de Moscú en 1991. Tal vez el presidente
encontró en ello una connotación aplicable a la Cataluña de hoy.
La altura del edificio es de 206 metros (fue en su tiempo el más elevado de
Europa) y tiene 35 plantas. En ese conglomerado hay 505 habitaciones y 38
apartamentos con cocina. Cuenta con tres salas de conferencias, la más
grande con capacidad para mil personas, seis restaurantes, cinco bares,
salón para fumadores de habanos, biblioteca, seis joyerías, 26 boutiques, un
anticuario y un concesionario para la venta de automóviles Rolls Royce, el
único del mundo en donde uno se puede llevar el coche sin tener que
encargarlo y esperar a su fabricación.
El restaurante italiano «Buono», situado en los pisos 29 y 30, ofrece una
vista de Moscú excepcional, mejor incluso que la de la torre de televisión
de Ostánkino. Antes de subir a esa altura (120 metros) el hotel aconseja ver
la fascinante maqueta del centro de Moscú situada en el primer piso. Muestra
las calles como eran en 1977 y ocupa 400 metros cuadrados.
En el sótano hay una espectacular piscina de tamaño olímpico, la réplica de
unas termas romanas y un espacioso gimnasio. El hotel pone a disposición de
los clientes VIP, como es el caso de Mas, vehículos Mercedes de la clase E y
S.
El «Ucrania» tiene en el exterior su propio embarcadero en el río Moskova
con una flotilla de cinco yates de 50 metros de eslora para uso de los
huéspedes. Funcionan todo el año, ya que son rompehielos. Están provistos de
restaurante y una enorme cúpula panorámica de cristal.
Visitantes habituales de los restaurantes del Radisson Royal son altos
funcionarios, empresarios y, en ocasiones, capos mafiosos, a juzgar por la
cantidad de guardaespaldas que llevan detrás y los coches que utilizan. Por
eso es frecuente que la Policía corte el tráfico para facilitar el acceso
desde el puente que cruza el río al aparcamiento del hotel.
«Desapercibido» en Rusia
Mas abandonó ayer Moscú rumbo a Barcelona con la compañía Vueling. Su viaje
ha pasado completamente desapercibido para la prensa rusa. Nadie ha dado
cuenta de su malogrado intento de vender en Rusia su apuesta soberanista. No
pudo reunirse con ninguno de los principales miembros del Gobierno ni con la
presidenta del Senado ruso.
Las únicas dos personalidades institucionales con las que se entrevistó el
jueves fueron el gobernador de la región de Moscú y la viceministra de
Cultura. Incluso a la inauguración del foro empresarial Cataluña-Rusia
acudió como primera autoridad un funcionario de segundo orden, el presidente
en funciones de la Cámara de Comercio.
Menudo ladrón !
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